El comentario católico y ecuménico para el siglo XXI destaca lo siguiente de su actuación?
Una vez solo, Amnón solicita a Tamar. La respuesta de ésta es el colmo de la prudencia y la sabiduría. Define la violación como algo vil, algo inaceptable en Israel (v.2). Menciona las implicaciones que tendría para ambos (v. 13 a). Sugiere una via de solución: que Amnón pida su mano al rey (v. 13 b). De nuevo la oímos hablar con sabiduría y prudencia: despacharla supone un mal peor que el que acaba de cometer (v. 16). Arrojada a la calle, Tamar se enfrenta a una amarga decisión ¿su deshonra será privada o pública?. El texto no plantea esta alternativa; sus gestos de dolor son públicos; sus gritos, contínuos (v. 19).
Según el texto hebreo, la primera parte de este versículo (16) se debe leer: “Y ella dijo a él por razón de esta gran maldad“. Pero el resto del texto hebreo queda obscuro y no hay mejor solución que reconstruir todo el versículo según la resención Luciano del texto griego y la Vetus Latina.
Tamar estaba vestida con una ketonet passím. Este versículo se menciona aquí y en la historia de José (Gen 37:3; 23:32). En la historia de José, Cantera lo traduce como “túnicas de varios colores“, mientras que en la historia de Tamar, el mismo término se traduce por “túnica larga de amplias mangas“. En favor de esta última traducción de “una túnica larga y amplia“ están Vrown - Driver - Brigges y Zorell y la mayoría de los exégetas modernos. Koehler es la única excepción. Llevar una túnica de esta clase era antes el distintivo de las hijas del rey en estado aún de virginidad. El texto hebreo lee metilim: “mantos“. Hertzverg retiene esta lección y traduce “de tal forma eran los mantos con que las hijas del rey se vestían“.
Pero cambiando únicamente la vocalización se puede leer meolam: “antes“; lo cual se entiende mejor en el contexto. “Antes“ sería, pues, una nota redaccional para indicar una costumbre que en los tiempos del redactor ya no se usaba. Razgar el vestido y echar ceniza o polvo sobre la cabeza (cf. 1 Sam 4:12; 2Sam 3:31); y poner las manos sobre la cabeza (cf. Jer 2:37) eran señales de luto y de veguenza. Tamar se va gritando, expresando en alta voz su calamidad y desesperación. Y con cierta plausibilidad comenta Humelauer: “si ella hubiera vuelto silenciosa a su casa, todos la habrían considerado culpable, y parece que Amnón intentaba justamente eso.
Resulta claro en este punto que ella es víctima de una situación desagradable y aún en su posición hace todo lo posible para defenderse y cuando no quedan mas recursos hace lo posible para que su deshonra sea pública y condenada.